miércoles, 26 de agosto de 2015

Respeto al otro, festipollera y zapateo




La originalidad de las distintas mujeres que zapateaban al compás de sus melodías picarescas, demostraban un valor importante en el jubilo de bailar, zapatear con toda gana y alegría, en este evento que acogió a cientos de artistas y miles de personas que degustaban del huayñocumbia,  pero a todo esto el zapateo desenfrenado de las distintas artistas se llevaron la flor.

El valor cultural en este tipo de actividades contribuye de gran manera a las políticas de descolonización y revitalización de lo nuestro, que lleva a cabo el gobierno central, claros ejemplos como la música, baile y vestimenta, son positivos para revalorizar la identidad cultural en nuestra interculturalidad de nuestro tiempo.

Es en este sentido que temas importantes como la discriminación entre campo-ciudad desaparezca, la aceptación del otro y su identidad es el valor fundamental que cada persona debe tener, es existente la noción de discriminación hacia la persona de pollera o a la música “huayño, chicha, etc” que lleva a una mala interacción de identidades.




A conclusión el respeto al otro implica el respeto a uno a mismo y respeto a su ciudad y lo que alberga; respeto a la identidad adquirida de sus semejantes, implicando un respeto hacia su música, su vestimenta, su ideología, etc.
Una cultura de la no  discriminación, pollera y descolonización.


Desde la llegada de un indígena campesino al palacio de gobierno, las revalorizaciones culturales y levantamientos de la identidad propia de los pueblos, van marcando un hito en la historia boliviana debido a la valorización a nuestro pasado, implicando que vestimentas como la pollera cobren un valor muy grande en las mujeres bolivianas.

Diversas fiestas populares, en los pueblos o en las mismas ciudades llenan de expectativas grandes a las cholas o cholitas que se agrupan para disfrutar de su música, baile y zapateo, cada una mostrara la elegancia de la pollera, combinada o contrastada con una blusa y trenzas bien peinadas y unos aros coquetos, para el respectivo demuestre de su belleza no solo en su físico, sino también en  la elegancia de su vestimenta.

La innegable muestra de la chola boliviana con pollera, no cayó rendido a las nuevos moldes de la moda en lo que dicta la vestimenta en el mundo, es más, la pollera ha ido marcando un hito para la conservación innegable de la identidad en la vestimenta, como una forma de cuidar y mostrar la belleza de la chola que lo viste,  la cholita que lo engalana, han conservado su vestimenta pese al bombardeo de las nuevas modas impuestas, como también a la discriminación de la que hace tiempo fue víctima.


En la actualidad la descolonización implica, no un retroceso a lo pasado y las viejas costumbres en sí, implica una revalorización de lo que somos en  la actualidad, eliminando la discriminación y racismo, comprendiendo y respetando la música, identidad, religión y vestimenta de los otros, revalorizando como principio, el respeto y la aceptación de que somos iguales en nuestra diferencia cultural.


La cultura entendida desde varios aspectos, implica un concepto de forma de vida, en si cultura no es algo tangible, es un esfera que describe una forma de ver o realizar acciones de un grupo de personas, pero cuando varios diferentes deben correlacionarse mediante una comunicación intercultural eliminando el odio o reproche a otra forma de concebir el mundo, actuar debidamente en la cultura de la no discriminación, la cultura que acepte la pollera, la cultura que acepte a las tribus emergentes, una cultura que acepte la interculturalidad como su cultura misma.

lunes, 4 de mayo de 2015



DIVERSIDAD





Una de las expresiones más grandes y más definitivas de la interculturalidad en Cochabamba es la diversidad, no solo en las personas sino también en las costumbres y en las misma forma de vivir en sociedad.

Recorriendo por las calles de la ciudad me encontré con una serie de cosas que no llegaban a ser iguales entre sí: observé a una señora del norte de Potosí, sirviendo Coca Cola a sus hijos, mientras “pijchaba” la hoja de coca, no llegaba a concebir exactamente como un producto globalizado se compartía con la hoja sagrada.

Tiempo después, en una boda, donde ya con los tragos de más, gente de alta alcurnia, jóvenes y personas de edad mayor zapateaban al ritmo de aquel huayño pegajoso. De igual forma, recordé también haber compartido con amigos  universitarios la rica chicha punateña, después de estar horas frente a la consola de videojuegos. Es entonces que el concepto de diversidad llena toda forma de expresión en nuestra interculturalidad.

La diversidad cultural de la ciudad de Cochabamba no implica la mezcla entre culturas, ni que un grupo de costumbres andinas entre en contacto con un pueblo de los valles, quizá se dio hace mucho, pero ahora, la diversidad refleja la riqueza de nuestras costumbres. Pero, no precisamente costumbres particulares, sino las costumbres “generales”, por así decirlo que se reflejan de diferentes maneras en las personas en su cotidiano vivir.

Esto es lo que hace que cada uno sea diferente del otro, que cada persona en su integridad y sus costumbres, viva su forma de ser en la sociedad. Así, desarrolla y convive en la interculturalidad.

Aún hay más. La diversidad es siempre fuente de conocimiento y reflexión, facilita el despertar de la actitud crítica, la curiosidad, el replanteamiento de ideas y los nuevos conceptos. Es una oportunidad para reinventarnos y aprender de los demás aquello que también es válido para uno mismo.

Terminando mi corta y agitada experiencia, y apoyado en las políticas culturales que lleva a cabo el Estado Plurinacional de Bolivia, concluyo que la diversidad es la expresión máxima del respeto e igualdad en nuestra interculturalidad, fortalecer la desigualdad de nosotros es promocionar el buen vivir, el respeto mutuo, valga la redundancia, con los otros.